EL ESCUDO DE LOS REYES DE MALLORCA, BARTOMEU BESTARD
EL ESCUDO DE LOS REYES DE MALLORCA, BARTOMEU BESTARD
CRONISTA DE PALMA
Si se hiciese una encuesta entre los
mallorquines preguntándoles cual es el escudo que utilizó la dinastía
real mallorquina, muchos no sabrían que contestar, o describirían la
actual bandera mallorquina.
En realidad, los reyes privativos de
Mallorca (Jaime II, Sancho I y Jaime III) utilizaron como escudo de
armas, tres palos de gules (rojos) —y no cuatro— sobre fondo dorado.
¿A qué se
debe esta descripción heráldica? La explicación es sencilla si tenemos
en cuenta, por un lado, las normas del blasón; y por otro lado el “iter”
heráldico de la Casa Real de Aragón.
Si nos remontamos al siglo XII, momento
en qué surge la heráldica, encontramos la representación más antigua de
las armas reales de Aragón en un escudo. En el sello del conde de
Barcelona Ramón Berenguer IV (1131-162) se representa al monarca a
caballo y con escudo, el cual aparece con ocho rayas verticales —es
decir cuatro palos—, conocidos vulgarmente como las “cuatro barras”. En
los sellos de su hijo, el rey Alfonso el Casto (1162-1196) encontramos
el escudo con cinco rayas verticales —es decir, tres palos—. A su vez su
hijo, el rey Pedro el Católico (1196-1213), representa su escudo con
ocho rayas verticales, como su abuelo. Así, vemos que durante el siglo
XII no hubo una reglamentación heráldica exacta. Bastaba con que
apareciesen los palos de gules sobre el fondo dorado. Lo mismo pasaba
con el escudo de armas de la Casa de Francia, que representaba, sobre un
fondo azul, un número indeterminado de flores de lis “sembradas” sobre
el escudo. Más adelante, tanto los palos de Aragón, como las flores de
lis francesas se regularon, a cuatro y a tres respectivamente.
Al problema de la indeterminación del
número de palos, se le sumó enseguida otro. El conflicto que se presentó
fue el siguiente: ¿Podía el hermano o el hijo del rey portar en sus
gualdrapas y escudos las mismas armas que las del monarca? Está claro
que en una sociedad feudal fuertemente jerarquizada, ni siquiera los
parientes más próximos al rey podían llevar sus mismas armas. Ante este
problema aparecieron las brisuras. La brisura consistía en introducir
pequeños cambios en un escudo para diferenciar a miembros de un mismo
linaje. Por poner un ejemplo actual, tenemos el caso del Príncipe de
Asturias. Su escudo es el mismo que el de su padre, pero añade una pieza
heráldica que sirve para diferenciarse de las armas del rey de España,
es decir, emplea la brisura colocando un lambel en la parte superior del
escudo —una línea horizontal dentada en su parte inferior—. Para el
caso de la Casa de Aragón sabemos que las brisuras empezaron a usarse
durante el reinado de Pedro el Católico. Mientras el rey utilizó los
cuatro palos de gules sobre fondo rojo, un hermano suyo, el infante
Alfonso utilizó dos palos de gules; y su otro hermano, el infante
Fernando, utilizó tres palos de gules.
Los sellos del rey Jaime el Conquistador
presentan un cierto desorden por lo que se refiere al número de palos
utilizados. A veces porta dos palos, a veces tres y en otras ocasiones
también cuatro. En cambio, entre los hijos del Conquistador observamos
una clara conciencia de la brisura. El infante Pedro, mientras vivió su
padre brisó con tres palos, una vez convertido en rey utilizaría los
cuatro palos. Su hermano, el infante Jaime, futuro rey de Mallorca,
también brisó sus armas. Mientras vivió su padre (Jaime I) colocó dos
palos en sus armas, pues no era ni el rey, ni primogénito del rey –entre
los hermanos también había jerarquías-. Una
vez muerto Jaime I, Pedro el Grande (1276-1285) se colocó los cuatros
palos y su hermano Jaime, ahora ya Jaime II de Mallorca, pasó a
colocarse tres palos.
Esta es la razón por la que nuestros
reyes tuvieron este escudo, diferente al del rey de Aragón. En la
sigilografía de la dinastía real mallorquina siempre aparece en el
escudo los tres palos. Tanto el rey Jaime II (1276-1311), como el rey
Sancho I (1311-1324), como Jaime III (1324-1349), utilizan siempre en
sus escudos tres palos de gules sobre fondo dorado.
Este hecho no pasó desapercibido entre
los mallorquines que una vez reincorporado el Reino de Mallorca a la
Corona de Aragón, en múltiples ocasiones, y a lo largo de los siglos,
siguió representando las armas reales con los tres palos de gules, y no
con cuatro. Un ejemplo representativo es el cuadro de 1659, varios
siglos después de la desaparición de dinastía real mallorquina, y que
cedió en su día el Ayuntamiento de Palma a la Diputación –actual Consell
de Mallorca-, en dónde se representan a los jurados del reino de
Mallorca, con sus gramallas rojas en posición de orantes y flanqueando a
Jesús Crucificado. En la parte inferior y central el cuadro se blasona
con el escudo del Reino y las armas reales se representan con tres palos
de gules sobre fondo dorado.
Con todo el antiguo legado heráldico que conservamos en Mallorca, lo
que uno no deja de preguntarse es por qué razón se tuvo que inventar una
bandera para las Islas Baleares cuando se configuró como comunidad
autónoma. ¿No hubiera sido más adecuado rendir homenaje a nuestros
antiguos reyes?
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