Villalonga y Puig
Villalonga y Puig

ROMÁN PIÑA VALLS. Valentí Puig presentó un libro el otro día, y el diario Última Hora tuvo a bien dedicarle foto al intelectual catalán, y unos párrafos. Pero no para hablar de ese libro, sino de lo que Puig opina sobre la edición de Bearn en mallorquín. El periodismo es así de caprichoso: al periodista con frecuencia le interesa un titular que busca polémica, más que lo que en realidad le interesa a quien proporciona ese titular.
He
llamado a Puig catalán y no mallorquín para no someterlo a la
descalificación que él mismo utiliza en su declaración: «Hay una derecha
anticatalanista y gonella, origen de José Ramón Bauzá». Si Puig no se
identifica con el reportaje de C. Domènec, que pida una rectificación.
No ser catalán, que es lo que nos pasa a los mallorquines, para Puig es
lo mismo que ser anticatalán y por lo tanto de derechas. No
estigmaticemos a Puig diciendo que es un intelectual mallorquín, es
decir, necesariamente anticatalán, gonella y de derechas, brote de un
caldo que escupe a personajes como José Ramón Bauzá.
O
el periodista de UH se ha hecho un lío, o Puig tiene mala memoria, o
miente cuando dice «rechacé escribir la versión en mallorquín de Bearn».
No se le ofreció en ningún momento hacerlo, sino prologarla.
Todos
soltamos tonterías de vez en cuando y Puig no tiene por qué ser la
excepción: «A nadie le consta que el autor (Llorenç Villalonga) quisiera
escribir algo así», dice en referencia al Bearn en mallorquín. Quienes
contemplan esta edición de Bearn o sa sala de ses pepes como una
herramienta utilizada para cuestionar la unidad del catalán, lo hacen
cegados por prejuicios. Cervantes tampoco tenía ninguna intención de que
Trapiello le jibarizase su castellano y adaptase El Quijote como le ha
dado la gana. Estamos en el terreno del capricho, si quieren, de lo que
se hace por ilusión, sin necesidad, pero que acaba enriqueciendo una
lengua y una literatura. Y si ha sido una idea tan marciana, el único
perjuicio se medirá por el fracaso de ventas. Si esa ilusión ha nacido
en el pecho del heredero de Villalonga, José Zaforteza, este Bearn del
que hablamos no puede estar más justificado.
El
trabajo que ha hecho Mariantònia Lladó con el texto, en el peor de los
casos, es una apreciable aportación a la dialectología. El respeto
servil que algunos muestran por lo normativo resulta esterilizador, y
siempre me ha parecido de novatos y estreñidos. Carmen Riera me comentó
que la traducción catalana de mi novela Som lletjos pecaba de estándar,
de poco mallorquina. Se puede ser normativo, cumplidor con la academia, y
a la vez fiel a un bagaje propio, sin necesidad de ser anti nada.
http://www.jaumetercer.com/index.php/premsas/referencies-a-sa-fundacio/532-villalonga-y-puig
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