La tiranía gritona, por Joan Font Rosselló

La tiranía gritona, por Joan Font Rosselló


europa-nacionalismosEl nuevo numerito de la izquierda balear a cuenta de la aprobación de la ley de símbolos ha vuelto a escenificar lo que todos ya sabíamos: su maestría en la agitación y propaganda. Los diputados socialistas y anexionistas de Més que, durante el debate ya exhibieron caretas a favor de la libertad de expresión, abandonaron el salón de plenos con gritos de “libertad, libertad, libertad”, negándose a votar la ley y restándole cualquier legitimidad a la mayoría popular.
Yo no sé si la ley de símbolos cumplirá con sus objetivos o no. Mi impresión es que el Govern ha querido matar moscas a cañonazos y todo porque el infausto Rafael Bosch no quiso coger el toro por los cuernos cuando debía. Ahora bien, la predilección por la teatralización del desacuerdo por parte de socialistas y separatistas, jaleada por la prensa afín, no debería ocultarnos la realidad. La izquierda lucha para mantener, como gato panza arriba, el control del búnker educativo, estos órganos vitales de la sociedad desde los que ejercer influencia sobre la juventud. Enfundarse en la piel de cordero después de treinta años de comportarse como lobos feroces que no han dejado resquicio para quienes, maestros y familias, no comulgaban con sus ruedas de molino, no es precisamente la mejor de las tarjetas de visita para exhibir tanto victimismo gritón.
Igual que estos carrochos separatistas como Arran o Maulets cuyos comportamientos fascistoides no les impiden exhibir toda la retórica antifascista habida y por haber, la santa indignación de PSIB, Més, STEI y Asamblea de Docentes no son más que los aullidos de quienes pretenden seguir tiranizando las aulas y en consecuencia seguir cerrando la boca a los potenciales disidentes. Lobos con piel de cordero. Por mucho que se vistan de corderitos a punto de degollar, sólo aspiran a seguir ejerciendo la tiranía contra todos aquellos que les disputan la hegemonía en las aulas. Maestros, con las APIMAs y sindicatos estudiantiles como el SEPC de aliados, que han  hecho de su capa un sayo durante lustros y que ahora se niegan a cumplir las leyes –la Asamblea de Docentes repite un día sí y otro también que el TIL no se cumple–, que señalan a los padres que pretenden que sus hijos sean escolarizados en castellano, que estigmatizan a los maestros no catalanistas, que manipulan, cuando no ignoran, a la mayor parte de las familias al suplantar su voluntad de forma fraudulenta, que humillaban hasta hace a los estudiantes que querían estudiar en castellano castigándoles a hacerlo en el recreo, que presionan a los alcaldes para aislar a las familias que exigen que el castellano también sea vehicular, que amenazan a las editoriales para que no adapten los libros de texto al mallorquín, menorquín o ibicenco, que tienen empapelados los centros públicos con todo tipo de pintadas y símbolos anticonstitucionales. Estos son los que ahora se presentan como los paladines de la libertad de expresión. La inversión victimista que denunciara Pascal Bruckner elevada a la máxima expresión. Los verdugos convertidos en víctimas y viceversa.
Por si fuera poco, estos tiranos educativos son jaleados un día sí y otro también por casi toda la prensa –menos este diario– y los digitales, casi todos en manos de periodistas para quienes, ya veremos por qué, la crítica al catalanismo sigue siendo tabú. La diputada Aina Aguiló denunció haber sufrido la “dictadura catalanista” en las aulas y la izquierda mediática y política se ensañó con ella. Al diputado menorquín Antoni Camps los maestros, estas pobres víctimas, le pusieron una querella criminal por un “delito de opinión”, como si un representante del pueblo no pudiera decir lo que quisiera. Los críticos de la tiranía catalanista somos silenciados por estos medios y, cuando se nos da cancha, es para criticarnos sin oportunidad de réplica, incluso sin haber informado previa y objetivamente a sus lectores de nuestras actividades.
No nos engañemos. El catalanismo en Baleares es cosa de minorías, pero muy bien situadas e influyentes. Controlan la enseñanza, la universidad, la cultura, el teatro, los medios, los sindicatos y casi todos los partidos políticos.  El catalanismo forma parte del núcleo duro del establishment, de ahí el miedo que inspira, tan grande como su hipocresía cuando aparecen como víctimas. Sí, falsas víctimas subsidiadas con el dinero de todos nosotros que nos amargan la vida diciéndonos cómo tenemos que hablar, cómo tenemos que pensar y cómo tenemos que actuar. A nosotros y a nuestros hijos. Hasta hace poco, la mayoría de ciudadanos estaba a merced de la soberbia de estas minorías. Casi ya se había resignado a ello. No podemos sino agradecer a José Ramón Bauzá sus arrestos por enfrentarse a este poder fáctico y dar voz a la mayoría de ciudadanos anónimos, hartos de ser tratados como escoria inculta e ignorante. No podemos dejar solo al President.


 http://mirdig.wordpress.com/2014/04/22/la-tirania-gritona-por-joan-font-rossello/

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